El tasajo

Es uno de los productos más ancestrales de Extremadura. Tiras de carne totalmente limpias de grasa adobadas con sal, ajo, orégano y pimentón de La Vera y secadas en secaderos donde se controlan su humedad y temperatura. El resultado: un bocado sin grasa y con un suave picor y, sobre todo, un sabor intenso. Es el tasajo extremeño.

La razón de ser del tasajo no era otra sino la conservación de la carne, especialmente en épocas donde no existían neveras ni congeladores. Hasta hace poco más de 50 años tanto unas como otros eran inusuales en los hogares españoles, de ahí la necesidad de encontrar una manera de conservar la carne durante algún tiempo, especialmente cuando se trataba de tiempo de matanza ; la inventiva humana siempre ha ido unida a sus intereses, y más cuando toca al estómago. Así se aprovechaba la carne de cabra, del ternera, del venado o del jabalí.

Pero no sólo es un método ancestral para conservar la carne. Hace siglos también era una manera de llevar carne más allá de nuestras fronteras; incluso una forma barata de alimentar a esclavos y trabajadores. Así, los saladeros aparecieron en el siglo XVIII para producir tasajos con destino a Cuba o Brasil, donde era consumido por aquéllos.

Ahora, los tiempos lo han convertido en un alimento tradicional y, en algunos casos, en una de las delicatessen más aprovechadas y elogiadas de la cocina extremeña. Sólo o acompañado de unas migas, el tasajo se convierte en toda una delicia para cualquier paladar. Una delicia que, como siempre, tienes a tu disposición en El Rincón de La Vera.